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viernes, 22 de junio de 2012

Science is a human thing


Hacer ciencia es difícil. En los últimos meses varias veces me cuestioné en forma seria si vale la pena que una mujer cómo yo haga un doctorado en biología evolutiva en una universidad del primer mundo. Me lo pregunté porque allá, del otro lado del Atlántico, está la tierra volcánica donde nací, donde tenemos serios problemas sociales y ambientales qué resolver y para los cuáles el tema particular de mi doctorado no aportará respuestas directas. Las dudas se desataron porque el clima político de México se encuentra por entrar a la última fase del huracán que han sido las elecciones presidenciales. Las noticias y el activismo me hacen pensar si no estaría mejor allá, viviendo esa parte de nuestra historia. Durante algunas semanas me azoró el temor de haberme equivocado, de pensar que hubiera sido mejor dedicarle mi esfuerzo a temas sociales o económicos, siquiera a un área de la biología más aplicable a la relación de los seres humanos con el resto de la biodiversidad del planeta. Suena a tormenta personal en vaso de agua, lo es. Pero también es parte de los existencialismos por los que muchos estudiantes de doctorado pasamos, y créanme: un bache que no es trivial esquivar.

Sin embargo ya voy aprendiendo. Sé bien que hacer ciencia no me deslinda, no nos deslinda de ser ciudadanos y personas. La especialización no implica desentendimiento de las otras realidades. Los sistemas se cambian no sólo haciendo cosas distintas sino haciendo las mismas cosas de forma distinta. Los problemas de la sociedad los arreglaremos siendo sociedad y siendo individuos, no con héroes, divinidades ni magia. Necesitamos ciencia como necesitamos de las otras profesiones creativas por las que la humanidad es maravillosa. Y luego, entre ayer y hoy en particular, el entusiasmo por mi trabajo se encendió con ese placer que llena de endorfina y que nos puede mantener contentos tras agotadoras jornadas de trabajo. Tuvieron que ver dos cosas. Uno, ayer fueron los exámenes profesionales de dos amigos, ahora un y una gran bióloga (muchas felicidades a ambos). Su éxito inspira porque es compartir esta pasión que los biólogos tenemos por admirar y estudiar la naturaleza, por superar las dificultades y la frustración que el hacer ciencia pone en la vida diaria del campo, el laboratorio y el análisis. El conocimiento es una forma de belleza y hacer ciencia una forma de arte. Lo que hacemos es grandioso. Y dos, hoy mientras leía un artículo se me ocurrió cómo (tal vez) analizar unos datos y me puse tan contenta que convoqué a hacer una #VictoryDance en el cubículo. Producir datos, generar ideas, resolver problemas y entender un poquito más de cómo funciona el mundo natural llena los ánimos con una sensación que no sé describir. Me imagino que lo mismo sentimos al aprender a caminar, que por eso dar brincos de gusto no es una metáfora sino una descripción literal.

Ahora el porqué del título de esta entrada: science is a human thing (la ciencia es cosa de humanos) en respuesta al video de science is a girl thing (la ciencia es cosa de chicas), financiado por la Comisión Europea y parte de una campaña que pretende promocionar la participación de mujeres en la ciencia:



Estaba yo en esta especie de éxtasis científico, feliz con mi reconciliación con la filogeografía, cuando unos compañeros me llamaron a ver esta triste pifia. Sobra intentar medir con palabras el tamaño de la indignación que me produjo verlo. Pocas cosas más peligrosas que los idiotas con buenas intensiones.

Quise mostrarles este video precedido de mi reflexión sobre el “qué hago haciendo ciencia” porque creo me ayudará a subrayar aún más el absurdo de su mercadotecnia. Mil veces he discutido con amigos y amigas esto de dedicarse a la ciencia. Recientemente el tema de las pláticas ha estado en torno al dilema de sentir que nuestra especialidad no contribuirá a arreglar los enormes problemas sociales y ambientales de nuestro mundo. Pero nunca entorno a si la profesión tiene suficiente glamour y maquillaje como para pensar dedicarse o no a esto.  El mundo está lleno de mujeres que queremos hacer ciencia no porque el Bromuro de etidio combine con un lápiz labial carmesí (que sí) , sino porque se enlaza con los ácidos nucleicos y brilla al ser expuesto a luz ultravioleta, propiedades gracias a las cuales lo podemos utilizar para detectar el ADN mediante una electroforesis, elemental técnica con la que empiezan muchos métodos que nos permiten responder preguntas que van de cómo ocurre la evolución a cómo curar el cáncer. En otras palabras el mundo está lleno de mujeres que queremos hacer ciencia porque nos gusta cuestionarnos el universo y obtener respuestas.

El video me parece sexista y estúpido y me alarma mucho que quienes tratan de hacernos un favor entiendan tan mal de qué se trata el problema. Si lo hubiera visto en otras circunstancias tal vez estaría cambiando mi dirección postal a la casita que tengo en la calle del desconsuelo esquina con avenida frustración. Pero el video me agarró en el buen humor que les comenté antes y  además los comentarios con los que fue recibido por hombres y mujeres en Youtube, Facebook (https://www.facebook.com/sciencegirlthing) y en tuiter (#scienciegirlthing) muestran que el mundo también está lleno de gente pensante que entiende muy bien los motivos reales, el sistema, las inercias históricas y el contexto social por los cuales hay aún un sesgo masculino en la ciencia.

Ánimos y a seguir trabajando que todavía hay mucho horizonte por caminar.